Casi todos los días pensamos en que debemos cambiar algo: comer mejor, hacer deporte, dejar de fumar o retomar las clases de inglés son algunas de las tantas metas que queremos alcanzar. Pero, ¿por qué la mayoría de las veces se convierten en promesas incumplidas o de corta duración? La clave está en los hábitos.
A lo largo de la vida vamos incorporando conductas regulares con las que podemos sentirnos a gusto o no. Generalmente forman parte de un proceso inconsciente, automático y veloz: comienzan como respuesta ante una necesidad y al adoptarlas con periodicidad el cerebro se acostumbra y las termina convirtiendo en un hábito.
Un nuevo estudio publicado en el boletín de la Sociedad de Psicología Individual y Social explica que es precisamente este funcionamiento neuronal el que vuelve tan difícil desarraigarse de estas conductas, por más que intentemos lo contrario. Según la investigación liderada por Wendy Wood, del Departamento de Psicología de la Universidad del Sur de California, cerca del 40% de las actividades que las personas realizan a diario se corresponden con la misma situación y contexto.
A diferencia de lo que muchos creen, el no lograr modificar los hábitos no siempre está relacionado con falta de predisposición o interés, sino que tiene que ver con reacciones propias del cerebro. En principio se derivan de una elección consciente que tomamos para hacer frente a determinado estímulo o disparador. En esta etapa entran en funcionamiento los ganglios basales, que son parte de la corteza prefrontal y están involucrados en la toma de decisiones.
El cambio se produce cuando, al reiterar la conducta, la información se desplaza al motor sensorial y provoca una respuesta inmediata según las representaciones ya almacenadas. En esta instancia, el cerebro no asocia objetivos y resultados sino que repite el comportamiento anterior.
Wood explica que los hábitos comienzan a desarrollarse ante una necesidad y terminan siendo el resultado de un aprendizaje de asociación que demora entre 15 y 254 días.
Esto revela por qué son comportamientos inconscientes, que generalmente no podemos identificar cómo ni por qué los tenemos….
Cómo modificar conductas negativas
Que el hábito sea una respuesta a nivel mental no quiere decir que sea imposible de cambiar. Como explica el periodista Charles Duhhig en su libro El poder de los hábitos, nuestro cerebro es un órgano maleable que puede aprender constantemente y así reemplazar conocimientos ya adquiridos.
Por su parte, Wood asegura que existen tres principios básicos para revertir estos comportamientos:
Reemplazar el contexto: Cuando el cerebro recibe señales diferentes deja de actuar de manera mecánica para procesar la nueva información. Una mudanza o un cambio de trabajo es el escenario perfecto para eliminar conductas viejas y adquirir nuevos comportamientos. También se puede recurrir a cambios más pequeños, como por ejemplo reemplazar algunos alimentos de lugar para consumirlos de manera consciente.
Repetir nuevos patrones: Cambiar un hábito requiere de una nueva conducta. A medida que respondemos de otra manera ante un estímulo o disparador, el comportamiento anterior se irá reemplazando por el que queremos.
Promover señales estables: Aprender un hábito requiere de conductas más o menos estables para que el cerebro almacene la nueva información. Lo ideal es repetir el comportamiento en un contexto específico que permita cierta asociación.
Ahora que ya sabes cómo funcionan los hábitos:
¿Pondrás en práctica estos consejos?
¿Qué conducta te gustaría cambiar?
Fuente de referencia consultada para este artículo:
http://noticias.tudiscovery.com/por-que-nos-es-tan-dificil-cambiar-de-habitos/
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