Los gordos tienen fuerza de voluntad

Los gordos también tienen fuerza de voluntad

Hace mucho que la psicología científica demostró que las personas tendemos a justificarnos y sobrevalorarnos. La mayoría pensamos que somos mejores que la media y somos mucho más benevolentes valorando los malos comportamientos propios que los de los otros.

Técnicamente los psicólogos lo llaman «Sesgo de correspondencia«: «La gente tiende a explicar comportamientos basándose más en qué «tipo» de persona los ejecuta que en los factores sociales y ambientales que rodean e influyen a dicha persona. Esta presunción por defecto hace que la gente haga explicaciones erróneas del comportamiento».

Dicho con palabras más sencillas: Cuando logramos un objetivo que consideramos excepcional, pensamos que es por nuestro esfuerzo y nuestros méritos. Si los demás no lo consiguen, nuestra percepción suele ser que no se esfuerzan lo suficiente, que no se lo merecen como nosotros. Por el contrario, si no conseguimos llegar a la meta que nos marcamos, tendemos a sobrejustificarnos y fácilmente encontramos razones de peso externas para nuestro fracaso.

La obesidad y la delgadez no se libran de este fenómeno. La mayoría de las personas delgadas o con cuerpos estupendos suelen reprochar a las personas obesas pensando que no se esfuerzan lo suficiente o que no tienen fuerza de voluntad para llegar a lo mismo. Piensan que ellos han conseguido su cuerpo gracias sobre todo a su esfuerzo y creen que al resto les supondría el mismo nivel de esfuerzo, así que si no lo hacen, es porque son un poco perezosos o glotones.

Este tipo de actitud se suele mezclar con otro comportamiento poco riguroso el «a mí me funciona». Nuestro cerebro está programado para buscar la causa-efecto en casi todo lo que hacemos, así que pensamos que si ha ocurrido algo como consecuencia de un comportamiento, realmente el éxito se debe sólo a dicho comportamiento.

Sorprendentemente, en otros temas la gente es más comprensiva. Si alguien no tiene un doctorado en física cuántica, no solemos pensar que es porque es un vago. Si no tiene trabajo, tampoco lo vemos como perezoso, y menos en los tiempos que corren. Si no tiene éxito en los negocios, es difícil que creamos que la razón principal es la falta de dedicación. Además del esfuerzo (que también es importante), todos aceptamos que existen otros muchos factores que influyen en la consecución de estos logros: la suerte, las habilidades innatas, los gustos personales, el entorno… Y en la obesidad, o en la delgadez, ocurre lo mismo.

Hasta los mayores expertos mundiales piensan que el tema de la obesidad es muy complejo y que no tiene una solución fácil, como puede leerse, por ejemplo, aquí. En mi modesta opinión e intentando simplificar, creo que hay tres factores clave en el sobrepeso. El primero de ellos es la genética. Si nuestro metabolismo tiene unas características concretas, el combate será más difícil. La tendencia a sufrir resistencia a la insulina, por ejemplo, que nos hace eficaces acumuladores de grasa en una dieta alta en carbohidratos refinados, tiene una importante componente hereditaria. Lo peor de este factor es que su consecuencia se refleja en forma de hambre, y el  hambre está directamente asociada a uno de los instintos más potentes y básicos de la naturaleza, la supervivencia. Los delgados no suelen ser conscientes de la importancia de la intensidad del hambre porque piensan que todo el mundo la siente como ellos. Y no es cierto. Suelo recomendar que se imaginen cómo se sentirían si se les redujera la cantidad de comida habitual a la mitad para toda la vida. ¿Serían capaces de soportar esa sensación durante años?

El segundo factor es la educación o el conocimiento. Si no sabemos lo básico sobre nutrición, seremos incapaces de interpretar cómo reacciona nuestro cuerpo ante los alimentos, y, por lo tanto, no podremos ajustar adecuadamente nuestra dieta para no comer lo que nos hace engordar y comer lo que nos evita sentir hambre.

Y el tercero y más importante, es el esfuerzo y la motivación personal. Un factor psicológico muy complejo, que se relaciona y depende de los dos anteriores. Lo que para una persona puede ser por ejemplo un esfuerzo de «6» quizás a otra le suponga un esfuerzo de «10», debido a que sus genes no ayudan o, por falta de conocimiento, no ejecuta adecuadamente las pautas dietéticas más eficaces para su caso. Hay mucha gente obesa que tiene una enorme fuerza de voluntad (y éxito) en otros muchos ámbitos de la vida, que dedican horas y horas a estudiar o a trabajar y se sacrifican como el que más, pero son incapaces de superar su obesidad.

En definitiva, pienso que en temas de sobrepeso las comparaciones son odiosas por tres razones. Porque caemos en el “sesgo de correspondencia”, porque utilizamos “a mi me funciona” para juzgar a otros y porque no valoramos en su medida todos los factores que influyen.

Respecto a los tres factores, con los genes no se puede hacer nada. Pueden ser una ayuda o una dificultad, es lo que hay. El segundo, el conocimiento y educación nutrición, podemos mejorar y asesorarnos, está en nuestra mano. Y el tercero, la motivación y el esfuerzo, los ánimos funcionan mucho mejor que los reproches, y buen enfoque de cómo abordar el cambio de hábitos y entrenamiento en ello también en esta en nuestras manos.

Así que si usted está delgado y cree que las personas obesas son bastante responsables de su situación, le sugiero que dedique unos minutos a pensar sobre ello. Quizás ahora no lo vea tan claro.

 

Fuente de referencia consultada para este artículo:

http://loquedicelacienciaparadelgazar.blogspot.com.es/2012/05/los-gordos-tambien-tienen-fuerza-de.html

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