«Deseos, fantasías, carencias, sueños, ilusiones, afectos, ideales: de todos estos materiales se alimenta nuestra mente. Nuestro psiquismo está formado por un mundo en el que se interrelacionan permanentemente las emociones y los pensamientos. Cuando nos sentimos bien con nosotros mismos, aceptamos también nuestros cambios vitales y, sobre todo, nuestras carencias y dificultades. Ello es posible porque estamos bien alimentados psicológicamente hablando.
Cuando nuestra despensa imaginaria contiene los ingredientes necesarios para no pasar “hambre de amor”, es como cuando nuestra nevera se encuentra razonablemente provista de los ingredientes necesarios para alimentar el cuerpo. Nuestro nivel de salud mental será equiparable entonces al de la salud física porque habrá un equilibrio entre lo que queremos y lo que conseguimos, entre cómo somos y cómo deseamos ser. Nuestras fantasías, sueños, y deseos tendrán unas proporciones adecuadas, lo que quiere decir que hemos llegado a amar no sólo nuestra fuerza, sino también nuestras debilidades.
Si, por el contrario, mantenemos luchas internas por la desproporción entre lo que queremos y lo que conseguimos; si nuestra subjetividad sufre; si no hemos podido elaborar nuestra historia afectiva, es posible que nuestra despensa imaginaria se halle mal equipada. En tal caso, quizá nos falten ilusiones o sueños, quizá se nos estén agotando las reservas de deseos. Entonces no será raro que intentemos tapar ese vacío interno saciándonos de comida. Más que disfrutar con lo que comemos, sufriremos síntomas que nos harán estar mal».
Fuente de referencia consultada para este artículo:
Autora: Isabel Menéndez, Alimentación Emocional
Leave Your Comment